“Una mezcla de cosas muy concretas como la experiencia de la muerte, cosas menos concretas como la experiencia de la divinidad y cosas como mucho menos concretas como la experiencia de la chilenidad, que es algo que nunca conoceremos o que nunca terminaremos de conocer” Así describe Raúl Ruiz esta original adaptación o “adopción” de Hamlet, estrenada algunos meses antes de su muerte, que recupera la versión arcaica de la leyenda danesa de Amleto, un príncipe más bruto que melancólico, mezclándola con imágenes visuales y sonoras de su propia infancia en Chiloé y finísimas observaciones del habla popular, el humor y las maneras de ser chileno.Las temáticas de la muerte, el doble y el humor grotesco, tan habituales en su cine, conforman un texto hilarante, plagado de juegos lingüísticos, alusiones míticas y poéticas multiplicadas al infinito, a través de las cuales Ruiz interroga una y otra vez la vieja figura literaria del loco cuerdo o del tonto que no tiene un pelo de tonto. “¿Qué es un tonto sino alguien que dice verdades y las proclama y declara leyes del destino?”Amledi, el tonto abismará al lector, arrastrándolo en un torrente de imaginación tan singular como desbordante.