Una pareja rockera que no transgrede nada más que sus compromisos. Una entrevista de trabajo inútil en un mundo carente de sentido. Esa atracción por la chica rara que no llega ni a ser fatal. La paleontología como metáfora de una familia disfuncional. Ese encuentro azaroso con el ex compañero que desbarrancó. La rutina opaca de un encuestador, alterada por un zorzal que no levanta vuelo. El escritor asoma como personaje principal o secundario de estos cuentos de Rodrigo Torres Quezada como símbolo del fracaso-país, de aquello que no logra cuajar y se queda en la promesa eterna. Es el Chile de los ciudadanos de baja intensidad, periféricos hasta para ellos mismos. Con una frase seca y dura -como el cemento de esos departamentos de clase media que habitan las personas del libro- Rodrigo Torres Quezada inicia un camino literario que sin duda lo llevará lejos.