En otoño de 2004, la arqueóloga sueca Louise Cantor, que dirige unas excavaciones en el Peloponeso, se dispone a regresar a su país por unos días para participar en un seminario sobre enterramientos en la Edad de Bronce. Arde en deseos de ver a su hijo Henrik, que vive en Estocolmo y al que planea visitar antes de volver a Grecia. La víspera de su partida, varios contratiempos la llevan a rememorar la ruptura con su ex marido, Aron Cantor, que la abandonó años atrás y ahora está en paradero desconocido. Ya en Suecia, decide ir a ver a su hijo pese a que éste no ha contestado a ninguna de sus llamadas en los últimos días. Cuando entra en el apartamento de Henrik, extrañamente silencioso, verá algo que tardará en asimilar: su hijo está muerto.
Aunque los forenses dictaminan que se trata de un suicidio, Louise, decidida a averiguar por su cuenta los motivos de la muerte de su hijo, se lanza a un arriesgado periplo que le llevará de Australia a España, de Suecia a Mozambique. A medida que avanza en sus investigaciones, no sólo va descubriendo facetas desconocidas de su hijo, sino que también se abre paso por una oscura trama en la que están implicadas la embajada de Suecia en Mozambique, una organización en favor de los enfermos de sida en África y una importante industria farmacéutica. Y ya desde un principio, unas sombras que se mueven alrededor de Louise van estrechando el cerco.
Por fin, Mankell ha reunido en esta obra su magistral dominio de la novela policiaca y su preocupación por las grandes injusticias que se cometen en el mundo y, más concretamente, en África.