La promulgación de la ley chilena en 2019, que declaraba imprescriptibles los delitos sexuales contra menores, marcó un hito al otorgar a las víctimas un derecho vital: el tiempo para enfrentar el trauma antes de denunciar. Las violencias sexuales, en general silenciadas durante años, exigen un espacio para comprender, procesar y hablar alejado del límite impuesto por la prescripción. El concepto de "derecho al tiempo" elaborado por Vinka Jackson surge como una forma de asegurar el respeto a los tiempos individuales, permitiendo la reparación y el relato ante la justicia cuando las condiciones psicológicas estuvieran dadas. El derecho al tiempo, en suma, ofrece una posibilidad de gestión reparatoria colectiva que promueve la reconstrucción personal y comunitaria mediante el cuidado ético de la sociedad.