¿Por qué a casi cien años la lectura de El diablo en el cuerpo sigue siendo tan fresca y excitante? ¿Por qué aún nos vemos involucrados con los personajes en una historia en apariencia tan común y de trama tan simple y en un contexto tan ajeno: el amor transgresor de dos adolescentes de la burguesía de provincia francesa durante la primera guerra mundial? ¿Por qué nos irritan sobremanera las habladurías de los vecinos del pueblo y las traiciones y cinismos de que está plagada la novela? Fruto del contexto de época y precursora del neorrealismo y de las nuevas tendencias de la postguerra europea, El diablo en el cuerpo busca ser un modelo de escritura analítica y despojada, y alejarse de la tradición literaria decimonónica que ya no sirve para nombrar la nueva realidad creada tras la primera guerra mundial. La historia de El diablo en el cuerpo, sutil y cautivante desde su título, es de extrema sencillez, y en parte en ella radica su actualidad, pero donde fundamentalmente se determina es en el modo en que nos muestra el desarrollo y la evolución psicológica de estos personajes y cómo presentimos el destino trágico que los acecha. RaymondRaymond Radiguet (1903-1923) es, como Rimbaud, un caso de excepción en la literatura. A los quince años abandona los estudios para instalarse en París, ciudad en la que, junto con entregarse a la bohemia y a la disipación, comienza a hacer vida literaria y a publicar sus primeras colaboraciones en la prensa. Se convierte en amante de Jean Cocteau y a los diecisiete años escribe El diablo en el cuerpo, novela que es publicada en marzo de 1923 con la etiqueta publicitaria de «el nuevo Rimbaud» y causó un gran escándalo al estar basada en una experiencia biográfica del autor. El libro tuvo un éxito de ventas extraordinario y Radiguet obtiene el reconocimiento de la crítica al ganar el Premio Nuevo Mundo. Sin embargo, el 12 diciembre de este mismo año muere de fiebre tifoidea a los veinte años. El 9 de diciembre premonitoriamente había escrito: «Dentro de tres días seré fusilado por los soldados de Dios». En forma póstuma se publica al año siguiente su novela El baile del conde de Orgel y en 1925 se recoge su obra poética dispersa en revistas de la época con el título Ardientes mejillas. Dejó, asimismo, una nutrida obra periodística. Sobre su precocidad literaria Radiguet escribió: «La edad no significa nada. Lo que me sorprende es la obra de Rimbaud, no la edad en que la escribió. Todos los grandes poetas han escrito a los diecisiete años. Los más grandes son aquellos que logran hacernos olvidar la edad en que han escrito esas obras».
