Tillman había renunciado a un contrato millonario con la Liga de Fútbol americano (NFL) para alistarse en el Ejército, tras el fuerte impacto que tuvieron sobre él los atentados del 11-S de 2001. Pero dos años más tarde fue abatido en una misión en elsureste de Afganistán, y la Casa Blanca y el Pentágono emplearon su sacrificio para ennoblecer la guerra y sus motivos. Sin embargo, pronto se descubriría que a Tillman no lo mataron los talibanes, sino el “fuego amigo”, y que el Ejército conspiró para ocultar esas circunstancias.