El rey de Eden Septem, movido por la ira y el resentimiento, lleva a cabo el mayor pecado que puede cometer un hombre: arrebatar vidas inocentes. Como consecuencia a este horrible acto, caerá sobre él la maldición de los Áqalos. Aquella que asegura que todo aquel que cometa un genocidio condenará a él y a toda su línea de sangre a convertirse en Calamidad.