Como quien recoge restos arqueológicos en un terreno aún desconocido, Camila Henríquez Ureña se propone construir un canon inexistente, trazando su metódica búsqueda a través de la antigua escritura de mujeres, la carta como forma literaria, la escritura religiosa practicada en los conventos coloniales. Hija menor de una pareja de intelectuales dominicanos, Pedro y Salomé, y hermana de uno de los fundadores de la teoría crítica hispanoamericana, Pedro Henríquez Ureña, Camila escribe conferencias, discursos, ensayos. Estudia en La Habana, Minnesota, París, y viaja por España, Italia, Francia, México, Panamá, Ecuador, Perú, Argentina y Chile. Pero decide quedarse en Cuba, antes y después de la revolución. Allí, en la isla, escribe sus ensayos más importantes, participa de los congresos feministas que discutieron la nueva Constitución, cuando las mujeres recién habían obtenido el voto, realiza talleres en liceos y cárceles, trabaja en las campañas de alfabetización. En 1947, se convierte en la primera directora de la Biblioteca Americana del Fondo de Cultura Económica, en México, una de las colecciones más emblemáticas de la historia editorial del continente. La obra de Camila Henríquez Ureña ofrece un cruce singular entre educación y feminismo, en sintonía con otras escritoras y con el pensamiento crítico latinoamericano. «En sentido horizontal», una selección de sus escritos fundamentales, prologada por la narradora Alejandra Costamagna, nos acerca a la originalidad y persistencia de una figura que, como Sor Juana Inés de la Cruz o Gabriela Mistral, desarrolló su oficio movida por la pasión del conocimiento.
Camila Henríquez Ureña
Nació en Santo Domingo en 1894. Pensadora, escritora e intelectual, fue una de las figuras más importantes del feminismo latinoamericano y caribeño de mediados del siglo xx. Doctora en Filosofía, Letras y Pedagogía por la Universidad de La Habana, precursora de la educación femenina, desarrolló la mayor parte de sus producción intelectual en Cuba. Allí participó de congresos, dictó clases y conferencias, publicó ensayos y fue parte de las instituciones académicas y culturales más importantes de la época, como la Sociedad Femenina Lyceum, la revista homónima y la Sociedad Hispanocubana de Cultura. También fue profesora en el Vassar College, en Nueva York, y dirigió los primeros años de la emblemática
colección Biblioteca Americana del Fondo de Cultura Económica, en México. La amplitud de sus preocupaciones y escritos recorre feminismo, educación y literatura. Falleció un 12 de septiembre de 1973 en su ciudad natal.