La protagonista de Febrero es Rita, una niña que veranea siempre en el mismo balneario y se aventura a descubrir su entorno. La playa grande, la playa chica, el almacén de la esquina, la casa abandonada y la embrujada, la casa de adobe y la de los cipreses aparecen junto a otras en veintiocho capítulos breves que estructuran la singular ruta de esta novela: «Avanza y se detiene a recoger guijarros, semillas, amuletos, papeles, conchitas, maderas pulidas por el mar. Está obnubilada, todo reluce bajo el sol del verano y, como bajo el efecto de una droga, mientras más camina más ganas siente de caminar». Pero en sus recorridos se enfrenta no solo a quitasoles y barquillos, sino a las tensiones de clase en el litoral y dentro de su propia familia.