Si en Antecesor (2014) Rodrigo Torres insinuaba con sutileza las grietas familiares y personales de sus héroes y heroínas, en Filosofía Disney la reflexión social se presenta abierta y política. Sin embargo, más que una continuidad, los relatos de este volumen funcionan como una catálisis crítica y un espejo del absurdo: “Matías se levantó molesto de la mesa. Chao, Juan, exclamó con voz agria. Oye, dijo el supervisor, soy tu jefe: dirígete a mí como corresponde, respeta la cadena de mando. Bajó las escaleras con rapidez y regresó al cuarto de limpieza. Quiso llorar pero no pudo. Tomó sus implementos de aseo y fue a limpiar los baños”. Este párrafo de “Cadena de mando” ilustra con justicia el registro seco y directo que aquí predomina y que se mantiene en cuentos como “El imperio de las bestias”, “Filosofía Disney” y “Nazipunk”.
Si hay algo que hermana a estas siete historias es el tono crudo, la prosa sin rodeos y el sentido de urgencia que Torres parece querer imprimir en su discurso, escrito con una prisa refrescante y necesaria, a pulso, en la micro, con los ruidos y los colores de la periferia como paisaje permanente: como una canción rabiosa que escuchamos desde el paradero y que ya no se detiene más.
