No fue fácil novelar la vida de mi padre, menos todavía a tres años de su muerte, cuando aún resuenan ecos de su voz. Y su presencia se intuye permanente. No fue fácil, pero creo que valió la pena más de una lágrima por dejar testimonio de ese hombre original y distinto que marcó tantas vidas, dejando una huella imborrable entre los suyos.