Tiempos modernos y claudicaciones humanistas son los dos ejes sobre los que argumentan las preocupaciones filosóficas de Ernesto Sabato en este texto fundamental de su escritura. Ernesto Sabato analiza la crisis que atraviesa la cultura moderna rastreando las causas del nihilismo existencial en el que ha caído la humanidad hipnotizada por el progreso fugaz, la despersonalización y la falta de solidaridad. Discutido por sectarismos de todos los matices en 1951, hoy puede leerse con la decantación que permite el tiempo y la valoración de la palabra de un maestro. El texto afirma con valentía que los avances de la ciencia y la técnica han transformado al hombre en el simple engranaje de una máquina de producir y consumir. Esta dramática preocupación por lo económico, la creciente idolatría de la técnica y la explotación del hombre por el hombre llevan inexorablemente a la masificación, al desprecio de las emociones, a la intolerancia globalizada, a la pérdida de la identidad y al caos cultural. El antídoto contra esa sociedad cada vez más anónima es el valor del arte, de la literatura y la recuperación de los valores encarnados en San Agustín, Pascal, Buber, Jaspers y otros pensadores existencialistas. Sabato es un implacable testigo de nuestro tiempo; desde ese lugar lanza a las generaciones futuras una advertencia terminante que es -a la vez- un encendido ruego: se puede resistir al poder de la robotización si sabemos encontrar el camino de regreso a los afectos, el gozo, el diálogo, la imaginación, la belleza y la fe.