Año 440 a.C. El político y orador Pericles solicita la ayuda de la sacerdotisa Diotima de Mantinea para librar a Atenas de la peste. Durante la ceremonia de purificación, un Sócrates de treinta años queda fascinado con la sabiduría de esta mujer. En seguida, el filósofo descubrirá a través de sus diálogos con Diotima que no sabe nada sobre el amor y empezará a conocer de la mano de la sacerdotisa los misterios de Eros. En una época en la que las mujeres debían renunciar a todo, la condición de sacerdotisa sin voto de celibato de Diotima le dará la libertad de estar a solas con el pensador más relevante de su tiempo, al que instruirá secretamente, así como de participar de la vida política y filosófica de Atenas. Sin embargo, pronto se extenderán rumores acerca de una relación íntima entre maestra y alumno debido a sus frecuentes encuentros. En plena Edad de Oro, asistiremos al esplendor de una ciudad que acabará conformando los cimientos de la cultura occidental, a la vez que seremos testigos de una relación entre Sócrates y Diotima cada vez más estrecha, y de las lecciones que le dio la que pudo ser la inspiradora de la filosofía occidental. La maestra de Sócrates se adentra en la figura de una mujer valiente y adelantada a su tiempo cuyas ideas son el origen del concepto de amor platónico. En El banquete de Platón, Sócrates revela al resto de comensales: «Todo lo que sé del amor lo aprendí de ella».