Santiago de Chile, 2011. En un precario departamento del barrio Mapocho un prestamista ve, a través de un magnífico televisor en alta definición, las operaciones bursátiles del mundo antes de emprender un recorrido de impensables consecuencias a un mall del barrio alto. Un jueves de protesta y pelotera, un senador de la república y presidente de partido bajito, con el pelo como con laca y la cara llena de pecas, decide dirigirse en su auto con chofer por el epicentro de la manifestación, sin dejarse amedrentar por la multitud que exige gratuidad, sin otorgarle valor a las cosas. Mientras, en un jueves muchísimo más preciso, el 25 de agosto de ese mismo año 2011, una mujer setentona y elegante, dueña según la revista Forbes de una de las cien fortunas más grandes del mundo, se dirige corajudamente, sin choferes ni guardaespaldas, en compañía de su hija y de su nuera, en una peligrosa noche de protesta, a ver los estragos causados por la turba resentida en una escuelita sostenida por su familia y por la sociedad de instrucción primaria que ella por puro desprendimiento dirige. Pero ese recorrido valiente dirigido por un narcotizado narrador que la escribe se transforma en un recorrido vital de su existencia y la enfrenta cara a cara con sus peores miedos y su peores y realestragedias.