'He aquí las confesiones de una cautiva del reino de Chile. Cautiva como lo fue mi madre, como lo fue también mi hermano menor, como lo fueron muchos españoles entre los míos y muchos de los míos a este lado del mundo. Los cautivos, sus hijos y sus nietos están por todas partes en el reino de Chile. Son, somos el lado oscuro de la vida cotidiana. La vida es un viaje entre la nada y la nada. Yo nunca olvidé mi viaje en ese equipaje. Desde que me tomaron en Lanalhue encarné dos mundos y este es mi testimonio. Fui cautiva, panadera, encomendera, monja, cantora y últimamente samaritana y cronista de mi propia vida. Todos estos roles me cayeron del cielo. No fui yo quien los eligió'.