Hay algo hermosamente caótico en los relatos que conforman Retrovisor, el primer libro de Mónica Drouilly: historias quebradas donde la narración juega con los tiempos y con el espacio, zigzagueantes, fragmentados, exigiéndoles al lector que participe constantemente en su construcción, en la búsqueda de aquel rumor que encierra cada uno de estos siete cuentos.
Basta leer las primeras líneas del relato que cierra el libro, por ejemplo, para saber que estamos ante una voz distinta: ?Ganó un caso,