En el Valle Central surgió el imaginario del ?pueblo?, de lo que el país es y sería como sociedad y cultura. El contenido profundo y no siempre declarado de este concepto tan complejo de analizar surge de la experiencia de contacto y vida en común experimentada en los pequeños pueblos y haciendas del Valle Central durante siglos; en la homogeneidad étnica, real o atribuida, en la homogeneidad religiosamente católica de su gente, en los rituales festivos y el gusto de sus comidas, el vino que alegra el corazón, las guitarras y todo ello que constituye en definitivas cuentas ?la cultura? o la así denominada ?cultura chilena?. Ese era ?el lugar sin límites?. No habría habido país real si no hubiese existido un imaginario de un pueblo realmente existente.