La infancia de un director de orquesta:
Cuando tenía siete años, Claudio Abbado asistió a un concierto en La Scala de Milán: Antonio Guarnieri dirigía los Nocturnos de Debussy. Un fragmento de esa obra le conmovió especialmente, y se preguntó quién era ese hombrecito de pie frente a la orquesta que, con un gesto de la mano, parecía capaz de desencadenar sonidos extraordinarios y modularlos según su voluntad. Esa misma noche, en su diario escribió que un día también él dirigiría esa música.
Claudio Abbado explica su infancia en una familia donde todos eran músicos. También explica su aprendizaje como director de orquesta, que empezó con el descubrimiento de que el poder de Antonio Guarnieri no era sobrenatural, sino que venía de un profundo conocimiento de la obra y de los instrumentos. Aunque, después de meses y meses de trabajo, sí que hay algo de magia la noche del concierto.