Las palabras fueron invitadas a esta casa y presurosas llegaron y se instalaron en ella. Ahora hay palabras en la cocina, en los cuartos y en la sala; palabras entre los armarios y floreros; palabras sobre las mesas, las sillas y las camas; palabras saboreando los frascos de mermelada y las ollas de la comida; palabras midiéndose pantalones y zapatos, resbalando por escaleras, rebrujando entre bolsas y cajones. Podrás dejar las palabras en su pura piel para decir lo que ya no soportas; o si prefieres, apalabrar a quien solo tu sabes, ellas se adelgazarán en el susurro. Bienvenido a la fiesta de las palabras, entra ahora que se abren las puertas de par en par.