El nervio óptico inaugura un género donde confluyen límpidamente la historia del arte y la crónica íntima. Su heroína, dueña de una voz narrativa que parece capaz de todas las proezas estilísticas, es una «mujer parada en el ecuador de la vida» que osa decir su nombre y el de su tribu: la clase alta argentina.
Mientras recorre la ciudad cuenta su historia, y la de los cuadros que de tanto gustarle la enferman, le hacen sentir una mordedura entre el pecho y la tráquea. Atraviesa una Buenos Aires